Sara Gómez

Bajo la idea de «un cine revolucionario para la revolución», Cuba se convirtió en uno de los centros de producción y experimentación cinematográfica más prolíficos del continente, promoviendo caminos de exploración narrativa tanto en la ficción como en el documental. Formada en periodismo y música, Sara Gómez ingresó en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) en 1961. Mi aporte (1969), uno de los 19 documentales que realizó, muestra una serie de testimonios críticos sobre la dificultad que tienen las mujeres cubanas de contribuir como ciudadanas debido al machismo imperante en la vida social y laboral. Tras su finalización, fue prohibido, borrado de su filmografía oficial y apenas proyectado.

En su primer y único largometraje, De cierta manera (1977), retrata la relación amorosa entre un obrero mulato y una maestra de secundaria en un barrio periférico de La Habana. Esta ficción le servirá de excusa para explorar libremente distintas formas de acceder, a través del cine, a una realidad profunda y desigual; combinando el retrato íntimo con el reportaje, la investigación etnográfica o la autorreflexión.

Debido a un paro respiratorio, Gómez muere a la edad de 31 años mientras montaba la película, dejando a su mentor, Gutiérrez Alea, y al coguionista, Tomás González Pérez, la tarea de terminarla. Como recuerda el primero, «a Sara le hubiera gustado hacer cine sin cámaras, sin micrófonos: directamente, y eso es lo que le da esa fuerza, y esa cosa única que, lamentablemente, no creo que haya sido suficientemente valorada con los años».

Mi aporte, Sara Gómez, Cuba, 1969, 35 mm, 33’

De cierta manera, Sara Gómez, Cuba, 1977, 35 mm, 73’

Proyección en digital. Copias procedentes del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).