«Drácula» de Bram Stoker

Bram Stoker (Clontarf, Irlanda, 1847 – Londres, 1912) creció en el seno de una familia burguesa y trabajadora que tenía como única fortuna la biblioteca familiar. Enfermo desde pequeño, tuvo que guardar cama hasta los siete años, por lo que recibió la primera instrucción con un profesor particular. Durante ese tiempo, su madre le contaba historias de misterio y su padre le practicaba sangrías terapéuticas. Estudió matemáticas y ciencias en el Trinity College y trabajó como funcionario. También escribía reseñas como crítico teatral y empezó a publicar obras de teatro y relatos cortos de misterio.

En 1876 se fue a Londres para acompañar al actor Henry Irving, que le trataba como un esclavo (parece que incluso le sirvió de inspiración para el personaje de Drácula). Viajó con él por toda Europa, e Irving le llevó a los rincones y prostíbulos más sórdidos del continente, donde contrajo la sífilis. De regreso a Inglaterra, él y su amigo Oscar Wilde cayeron rendidos ante Florence Balcombe (que fue la inspiración de Lucy) y ambos le hicieron la corte. Florence eligió a Stoker y, pese al desengaño, los dos amigos no tardaron mucho en reconciliarse.

En 1897, Stoker escribió Drácula (Viena ediciones, traducció de Xavier Zambrano), libro que sentó las bases de la literatura de vampiros. Oscar Wilde la definió como la obra de terror mejor escrita de todos los tiempos y, más allá del placer lector que garantiza, ha merecido todo tipo de interpretaciones en los más diversos campos, lo que la hace idónea para el debate de ideas.